En estas últimas semanas se viene agravando el problema del transporte aéreo y, por el momento, no se encuentra una solución efectiva que corrija la situacion de manera inmediata, tan sólo se ponen parches como la Supresión de unos 72 vuelos diarios de la compañía Ibería y promesas del ministro de turno.
Hace poco concluía la semana santa vacacional y la Dirección General de Tráfíco, se lamentaba del balance de víctimas tan negativo que había resultado de este período de movimiento masivo de vehículos Por las carreteras españolas: alrededor de 160 muertos y un sínfín de heridos, de los cuales, algunos morirán en las semanas- siguientes a consecuencia de las heridas, y otros quedarán marcados de diferente forma para el resto de sus vidas.
Ambos son problemas muy serios, sobre todo el segundo, pues los datos que dan en un telediario sobre la siniestralidad de un fin de semana cualquiera, más se parecen a un parte de guerra que a cuestiones de tráfico. De ahí que sea necesario plantearse a nivel nacional el racionalizar el sistema de transporte,es decir, repartir adecuadamente entre los distintos modos existentes (carretera, avíón, barco y ferrocarril) el flujo de viajeros y mercancías.
Es evidente que el ferrocarril está llamado a jugar un papel muy importante por múltiples razones: en primer lugar por su seguridad, seguida de su capacidad, su respeto al medio ambiente y elemento vertebrador del territorio, entre otras muchas cosas. Pero está claro que en las actuales condíciones, salvo líneas muy específicas, no cuenta con unas infraestructuras modernas que puedan dar alternativas para absorber los tráficos procedentes de otros modos de transporte.
Resulta fundamental que, para un territorio de las dimensiones de Espafia, se acometa una profunda modernización de la red ferroviaria con caracter prioritario, ya que aplicando las nuevas tecnologías, no ya de alta velocidad, sino al ferrocarril convencional con adaptaciones para velocidades punta de 220 kms. /hora (velocidad alta), se conseguiría aliviar las congestionadas carreteras y el tráf ico aéreo. Se le daría opción a elegir, en igualdad de condiciones, a una persona que desee viajar o a una empresa que quiera enviar sus mercancías, el modo de transporte que más se ajusta a sus necesidades, con lo que estaríamos contribuyendo a racionalizar ese transporte al repartirse mejor los volúmenes de tráfico entre los distintos modos.
Atendiendo a un ejemplo, según fuentes de AENA, una vez entre en servicio la línea de AVE Madrid-Barcelona, se producirá un trasvase inmediato al ferrocarril de más de 3 millones de viajeros: a esto habría que añadir los que dejarían su coche aparcado. Está claro que el espacio aéreo se aclarará un poco más y esa autovía a Barcelona será un poco más segura al ir menos vehículos, por lo que el que decida viajar por avión o en coche lo tendrá más fácil, y todos tan contentos.
Este ejemplo se puede extrapolar a cualquier zona del país, incluida Almería, porque ¿qué nos supondría disponer de unos servicios de Euromed con todo el litoral mediterráneo o trenes de transporte combinado que coloquen las mercancias en frontera en pocas horas?. La respuesta la conocemos todos.
Antonio Aguilera Cantón