IDEAL

SI hablamos de viajes y del auténtico placer de viajar, siempre he preferido utilizar el ferrocarril como medio de transporte para dirigirme al punto de destino elegido. Y así lo hago, por la seguridad y la tranquilidad que me reporta, frente al desconcierto y los sinsabores que me produce ir dentro de un automóvil -y más en verano-, por muy cómodo que éste sea, con tantos adelantamientos indebidos y riesgos indecibles, amén de soportar mareos en curvas y contracurvas. Me quedo con el tren. Donde éste llegue y ¡ojalá! -que es lástima- llegara a todos sitios.

Me quedo con el tren y con RENFE que este año ha visto aumentado sensiblemente el número de usuarios, ocho millones más en el primer semestre que en el año precedente -a buen seguro, el número también aumentará en el segundo semestre-, con una subida del cuatro por ciento, según informó hace escasas fechas la compañía.

Sí, me gusta viajar en tren, y este fin de semana tuve la oportunidad de acercarme hasta Guadix, con motivo de una gentil invitación por parte del Colectivo Literario Sustarí y a través de su representante en Almería, el poeta José Andrés Muñoz. Un magnífico encuentro en tierras accitanas para hermanar posiciones, contrastar opiniones, en un ambiente totalmente enriquecedor, en el que tuve la oportunidad de departir con varios de sus miembros, entre ellos, Javier Franco y Francisco Hernández.

El ferrocarril recuerda siempre una cierta clase de romanticismo, desde el preciso momento en el que la máquina del tren se pone en marcha y sigue su curso libre entre las vías, con la llegada del revisor pidiendo puntualmente los billetes y viendo desfilar ante nuestros ojos el paisaje almeriense -siempre impresionante el viaducto sobre el Andarax, tan seco a su paso por Santa Fe-, para fundirse, tras su recorrido, y dejando atrás la estación de Fiñana, con los álamos de las tierras granadinas.

La memoria histórica regresa necesariamente al recordar aquella primera línea ferroviaria, la línea Almería – Guadix, puesta en funcionamiento en 1895, diez años después de haberse establecido la inauguración de la línea Linares – Almena, que suponía la puesta en marcha de una comunicación imprescindible con el resto del país, y que tanta importancia tendría para la integración de las exigencias almerienses de cara al siglo XX.

La dificultad de la orografía del terreno siempre supuso un problema dehecho, poca atención se le ha prestado a lo largo de este siglo por parte de los poderes públicos al tener en cuenta las mejoras de las comunicaciones -un gran handicap-, y sin duda, aquella fecha, el año 1895, marcaba un hito en cuanto a la significación de las comunicaciones ferroviarias, en tanto en cuanto se atendía al crecimiento de la economía, con la importancia de la pujante actividad minera y mercantil, de fuerte desarrollo histórico para nuestra tierra. Ya, por aquel entonces , Pedro Antonio de Alarcón, hizo puntual referencia a la necesidad de este importante proyecto de futuro, tras viajar por el sureste español.

Y hoy día, comprobada la nueva estética en torno al ferrocarril, es magnífico constatar la existencia de tradición y modernidad, con la presencia de la Estación de Almería -ultimada en el año 1893- y que tuvo funcionalidad precisamente con la inauguración de la línea Almería – Guadix, en el citado año de 1895, el día 23 de julio.

Siempre queda manifiesta la alegría de subir al tren para cubrir aquel trayecto histórico. Hoy día, con las combinaciones ofertadas: Tren regional TRD AlmeríaGuadix, con destino Sevilla y tren Intercity García Lorca, Guadix-Almería, de largo recorrido y procedente de Barcelona. Compartiendo vivencias con los compañeros de viaje y recreando la mirada ante unos campos sembrados de esperanzas.

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