Huércal de Almería: Una estación de paso en el ferrocarril de Linares a Almería

Concebida como un pequeño apartadero en la proximidades de la capital almeriense, la estación de ferrocarril de Huércal de Almería ha sufrido diversas modificaciones a lo largo de su ya centenaria historia. Siempre ha soportado un tráfico de viajeros y mercancías muy precario, quedando relegada en los últimos años a ser una simple estación de paso, en la que sólo se realizan esporádicos cruces sin ningún tipo de intercambio de viajeros y mercancías. El espectacular crecimiento demográfico del municipio en lo últimos años, a pesar de lo disgregado del mismo, aventura y hace posible un cambio en la utilización de la propia estación y de las inmediatas de su entorno en la margen derecha del Bajo Andarax. El ferrocarril puede y debe, pues, mejorar sus espectativas en esta zona en los años venideros.


La construcción de la línea de Linares a Almería

La anhelada y azarosa construcción del ferrocarril de Linares a Almería, tras largos decenios de espera expectante, se realizó entre 1891 y 1899, fechas en las que se llevaron a cabo los trabajos de puesta en servicio en la línea principal de Baeza Empalme (actual Estación Linares Baeza) hasta Almería. En la lejana fecha de 1873 la Diputación Provincial había asumido los trabajos de estudio del futuro trazado del ferrocarril, que se había concebido como una línea secundaria que estaría destinada al transporte del mineral de plomo de la rica cuenca linarense y, aprovechando su paso por toda la cuenca del río Andarax, serviría para potenciar la floreciente producción de la “uva de embarque” acercándola, con el novedoso medio de transporte, al puerto de Almería. Las severas condiciones de la orografía del sureste, el escaso potencial demográfico de la zona y las serias dudas existentes en los círculos inversores sobre la rentabilidad del proyecto, hicieron que éste permaneciera largos años pendiente de su realización. En la década final del siglo XIX la creciente demanda, por parte de los altos hornos ingleses, de mineral de hierro procedente de los numerosos yacimientos del Sureste crearía un nuevo aliciente que permitiría, por un lado, la tan anhelada construcción del ferrocarril que “incorporaría a Almería al concierto de los países civilizados”, pero, por otro provocaría notables cambios en el diseño de la línea, obviando el paso por las ricas comarcas de la Loma de Úbeda, la Hoya de Baza y el curso del Alto y Medio Andarax. El transporte de mineral de hierro desde los vastos yacimientos del Marquesado del Zenete sería el principal, y casi único, argumento económico de la línea hasta la reciente finalización de la actividad minera en octubre de 1996.

Los primeros años del ferrocarril en Huércal de Almería


Horario de Trenes en la línea de Linares a Almería, año 1925, con los servicios y tarifas que existía en la estación de Huércal de Almería. Fondo Asafal

La estación de Huércal de Almería se inauguró, al igual que todas las del trayecto de Guadix a Almería, el 25 de julio de 1895 con un tren inaugural que hizo los honores para la puesta en funcionamiento del ansiado ferrocarril. Lógicamente iban autoridades civiles, eclesiásticas y militares en el tren que realizó frecuentes paradas desde Guadix a Almería. Las ceremonias de inauguración estuvieron rodeadas de los tradicionales agasajos y actos festivos de algo que era entendido con una singular importancia por los contemporáneos, y promovía los más descabellados parabienes de progreso.Concebida desde el principio como un simple apeadero-apartadero de trenes para realizar breves paradas y cruces, el modesto edificio de la estación no tuvo una actividad significativa en sus primeros años. Más tarde, la tarea uvera y el movimiento de otras mercancías de suministro hicieron crecer notablemente su papel. Por ejemplo, en la década de los años veinte, el movimiento de viajeros y mercancías arrojaba una media anual de 17.400 viajeros que subían o bajaban en los trenes que realizaban parada, y 2.749 tn. de las más diferentes mercancías hacían su escala, de embarque y desembarque, en los muelles y andenes. Ese crecimiento de la actividad, además de la propia proximidad a la capital, hacía necesaria una reforma del viejo y reducido edificio, que no había sufrido mayores actuaciones desde su precaria construcción 30 años antes. Éste se encontraba situado en el margen derecho de la vía, sentido Almería, y se trataba de un pequeño espacio semejante a los edificios de las cercanas estaciones de Benahadux o Santa Fe de Mondújar. En 1928 se construiría uno mayor de dos plantas con almacén, patio de carruajes y topera de maniobras en consonancia con la creciente actividad de la estación. Es el conjunto que actualmente se conserva. La edificación principal se presupuestó por un total de 355.600 pts de la época y fue realizado por el contratista José Fernández Martínez, que también realizó los edificios gemelos de Cerro Saltador y Las Manchegas, ganando en la subasta al mismo Francisco Oliveros, dueño de los importantes talleres y fundición de la capital.

La actividad ferroviaria en la segunda mitad del siglo XX

Imágenes ferroviarias de los años 70 en la estación de ferrocarril de Huércal de Almería y Viator. En la primera de ellas unos turistas italianos se interesan por la actividad ferroviaria en la zona, en la imagen de la derecha el último Jefe de Estación de Huércal de Almería posa junto a su mesa de trabajo y los teléfonos de servicio. Fotografías cortesía de Francisco Aguilera Sánchez, ferroviario en activo de 1942 hasta 1987, fecha en la que se jubiló en la localidad de Huércal de Almería.


Aún en los años 50-70 la estación tuvo una floreciente actividad relacionada con el embarque de uva, destinado ahora al mercado nacional y que junto a los conocidos “pescaderos” sacaron productos de la zona al interior del país. Ubicada en una región especialmente uvera, en las márgenes del río Andarax se extendieron las construcciones parraleras y propiciaron una intensa producción del citado fruto. En años anteriores, el preferente destino para la exportación del producto uvero no hacía necesario recurrir al embarque en el ferrocarril, ya que era más rentable el transporte arriero que en plena temporada formaba extensas caravanas, de recorrido nocturno, por las carreteras y caminos que afluían al puerto de la capital. El cambio de destino operado a partir de la década de los cuarenta dirigiría la producción al mercado nacional, que aunque no sería capaz de absorber toda la oferta serviría de tránsito para la previsible recuperación del mercado internacional. Así en los años cuarenta y cincuenta el trasiego de transporte terrestre hacia el interior peninsular tendría un activo protagonismo del ferrocarril. De tal forma, los datos de 1942 arrojan una producción en la margen derecha del Bajo Andarax de en torno a 1.395.000 kgs, y de sus estaciones salieron con destino al mercado nacional un total de 569 vagones lo que arrojaría una elevada participación del ferrocarril en este transporte, y más teniendo en cuenta las duras condiciones de restricción existentes para gasógenos y gasolinas, lo que hacía preferible el transporte a través del ferrocarril. En decenios posteriores el ferrocarril iría perdiendo progresivamente cuota de servicio y en la campaña 1970-71 sólo el 39 % de la producción destinada al mercado nacional sería embarcada en estaciones de la línea ferroviaria.

La década de los ochenta vería un progresivo deterioro del servicio ferroviario, tanto en el de viajeros como el de mercancías dejando sus estaciones deshabitadas y abandonadas. El escaso papel que desarrolla en la actualidad el ferrocarril en el Bajo Andarax (Santa Fe de Mondújar-Alhama de Almería, Gádor, Benahadux-Pechina y Huércal de Almería-Viator) es altamente llamativo y ha desarrollado sus actividades productivas y comerciales más destacadas (cítricos, cementos, transporte militar, etc.) de espaldas a las potencialidades del transporte ferroviario, con unas instalaciones totalmente ociosas del fin para el que fueron construidas. En el capítulo del transporte de viajeros la situación también es de actividad nula, no contando con servicios regulares que potencien las posibilidades que pueden aportar estas poblaciones que poco a poco se van conformando como ciudades-dormitorio de la capital almeriense. En ese entorno del corredor ferroviario del bajo Andarax se localizan en la actualidad más de 18.000 habitantes, con una población en continuo crecimiento. En concreto, el caso de Huércal de Almería es el más espectacular, ya que en el último decenio ha duplicado su población con creces, pasando de los 3.891 habitantes de 1991 a los 8.164 en los recientes datos de enero de 2001.

En un futuro más o menos inmediato se han de tener en cuenta estas circunstancias para volver la vista a la potencialidad del ferrocarril como medio de transporte rápido, cómodo y económico, capaz de desplazar un gran volumen de mercancías y de personas a un bajo coste, aportando un alto valor añadido a nuestra calidad de vida, descongestionando la circulación viaria y no incrementando las tasas de C02 en nuestras ciudades.

Domingo Cuéllar Villar, Licenciado en Geografía e Historia y miembro de Asafal




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