SINIESTROS FERROVIARIOS EN EL VERANO DE 1981

Si en 2025 las incidencias más habituales en nuestro maltrecho ferrocarril son las ocasionadas por las averías en las locomotoras, más de cuarenta años atrás eran aún más graves, especialmente en forma de descarrilamientos o colisiones, aunque en el verano del lejano año de 1981 se sumó una causa más, en este caso, el incendio del material rodante.

El 22 de julio de ese año el tren expreso Almería – Madrid, que había partido de la estación almeriense a las 20:50 horas, circulaba entre Fuente Santa y Gérgal cuando se detectó un incendio en uno de los motores de la locomotora diésel de la serie 2100 que terminó por afectar al primer coche de la composición. Afortunadamente, no hubo daños personales porque los viajeros fueron evacuados al segundo coche y el propio personal de Renfe, junto con agentes de la Guardia Civil y bomberos de Almería, pudieron extinguir el incendio. Sin embargo, la locomotora y el coche afectado interceptaron la vía general durante varias horas hasta que fueron apartados en la estación de Gérgal.

Estado en que quedó el coche siniestrado en el incendio apartado en la estación de Gérgal. Colección ASAFAL.

El mes siguiente, concretamente el 27 de agosto, el tren Talgo Madrid – Almería circulaba por la vía I de la estación de Gérgal con las señales de “vía libre” y “de paso” cuando colisionó con el último vagón de un tren minero ascendente que, unos diez minutos antes, había sido estacionado en la vía II. El motivo de este accidente se debió a que no había quedado libre el piquete entre ambas vías y tampoco se observó tal circunstancia por los agentes de la estación. En este caso, un error humano provocó que la locomotora díesel-elécrica 352-010 “Virgen de los Reyes” se llevara la peor parte, así como el maquinista Manuel García Segura, que tuvo que ser hospitalizado con heridas graves. Las primeras unidades del tren Talgo sufrieron diversas rozaduras sin consecuencias y que no afectaron al pasaje.

Locomotora 352-010 apartada en los talleres de Almería. Colección ASAFAL

Unos días después, el 2 de septiembre, el tren expreso Madrid – Almería entraba a las 8:44 horas en la estación de Doña María-Ocaña cuando descarrilaron ocho coches de la composición sin que llegara a volcar ninguno de ellos. A pesar de lo aparatoso del accidente no hubo ningún herido, salvo el susto general y destrozos de diversa consideración de tres vías de la estación que no afectaron a la circulación, ya que la vía general no resultó afectada. La causa que provocó el descarrilamiento pudo deberse al mal estado de la superestructura o a la existencia de algún objeto en el carril, pero no se tiene constancia de estos hechos.  

Uno de los coches saltó el andén segundo de la estación de Doña María. Colección ASAFAL.

De igual manera que hoy en día, la prensa de la época se lamentaba de la precaria situación del transporte ferroviario en la provincia de Almería (todavía no sabían que empeoraría con el cierre del trayecto entre Guadix y Almendricos, aislando a toda la comarca del Almanzora). F. Gerez, en su columna «Ayer en Almería» en el diario La Voz de Almería escribía lo siguiente:

¡Buena carrera ha cogido el tren en los últimos días! Con el descarrilamiento ayer en la estación de Doña María-Ocaña de ocho vagones del expreso Madrid-Almena, hemos alcanzado el récord provincial de dos accidentes en una sola semana. A pesar de tratarse de trenes de viajeros y de la aparatosidad de estos casos, ha habido suerte y solamente hay que lamentar las heridas sufridas por el maquinista del Talgo que chocó el día 27 con el último vagón de un tren de mineral porque los viajeros, aparte del susto difícil de olvidar, no han sufrido daño alguno. Desde luego, puede tratarse de que la mala suerte se haya cebado momentáneamente con la vía de la parte alta de nuestra provincia (el choque del Talgo tuvo lugar en Gérgal) pero dos llamadas de atención en una semana son bien dignas de tener en cuenta por los responsables de la compañía a la hora de revisar los típicos «fallos técnicos o humanos» que suelen provocar las desgracias. Porque si no, pudiera ocurrir —y Dios no lo quiera— que la próxima vez no haya suerte y venga el lio.

Gracias a las mejoras técnicas implantadas a lo largo de los años en la seguridad de la circulación, infraestructura y superestructura, este tipo de siniestros no suelen ser habituales y podemos estar tranquilos, a diferencia del estado del material de tracción que, de manera periódica provoca retrasos en los trenes o directamente su supresión, lo que convierte el viaje en tren para llegar o salir de Almería en toda una aventura.

REDACCIÓN ASAFAL

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