El domingo, día 15 de mayo, tuvo lugar una ruta de investigación centrada en la minería del hierro de la cara norte de Sierra Alhamilla, y en los sistemas de transporte utilizados para dar salida a los minerales.
Bien conocido es el Cable aéreo del Colativí a Casas Fuertes, que fue, en su momento, uno de los más largos de Europa, con más de 18 kilómetros de recorrido. Fue construido en 1904 por el conocido ingeniero afincado en Almería Carlos Bahlsen para la Sociedad Minera Cordobesa de Sierra Alhamilla, con la misión de transportar el hierro de las minas situadas alrededor del pico Colativí, el más alto de Sierra Alhamilla, hasta un embarcardero situado en la actual playa de El Toyo.
Tras comprobar que la riqueza de las minas de la cumbre del Colativí no era la esperada, y una vez efectuado un fuerte desembolso (superior al millón de pesetas de la época), la compañía optó por una “huída hacía adelante”. Así, tomó en arrendamiento varias concesiones mineras situadas en la umbría de Sierra Alhamilla, en el término municipal de Tabernas. El problema fue que, hasta llegar hasta la estación de carga del Cable Aéreo, el mineral debía efectuar un pronunciado y complicado ascenso. Para ello, se construyó una interesante red de planos inclinados y vías mineras, cuya explotación lastró de forma irreversible la viabilidad financiera de la empresa.
Solamente con la intuición y las referencias de Google Earth, la expedición partió desde el castillete del gran plano inclinado (más de 1 km. de longitud) bajando por su traza desde los 1.260 m. hasta la cota 960 m. Aparecieron varios tipos de escarpias, prueba evidente del lugar transitado, así como restos de traviesas que se desmenuzaron al tocarlas. La maleza se había hecho dueña y señora de lo que el hombre construyó y la bajada fue complicada, pero mereció la pena comprobar que el ingenio humano no tiene límites. En la base del plano se pusieron de manifiesto las dudas entre los participantes en esta ruta sobre cómo se salvaba un barranco hasta alcanzar la mina “Por si acaso” y, también, comprobar la existencia de la base de un pequeño puente por el que transcurriría la vía minera que llegaba a la boca de esta mina. Aquí, el polvo del mineral de hierro teñía de rojo toda la zona y ofrecía una cantidad de rocas que hizo las delicias de los más aficionados a la mineralogía.
El descenso continuó por un terreno muy complicado para llegar hasta el castillete de otro de los planos inclinados que ni siquiera se podía intuir al haber sido devorado por la vegetación y el paso del tiempo. Sin embargo, un tercer plano sí que se pudo apreciar, ya que los restos del talud de mampostería eran más que evidentes y terminaba en una zona donde quedaban vestigios de una tolva con sus bocas para verter el mineral a las vagonetas. La zona corresponde a las concesiones mineras Rectificación y El Brillante, un enclave donde tuvo lugar el acontecimiento de la jornada: el descubrimiento de un carretón de una de estas vagonetas semienterrado en el fondo de un barranco. Con no poco esfuerzo se pudo sacar entero y comprobar lo pesado que era este vehículo, aun faltándole la tolva que, podía ser metálica o de madera.
Dejando atrás este abrupto terreno, finalmente apareció un camino que facilitó el descenso y bordeaba la mina “Gavilán”, apreciándose una de las bocas que está tapiada para prevenir accidentes. Hasta este punto también hubo un plano inclinado, con lo que la sucesión de estos ingenios desde la cumbre fue lo que permitió evacuar los minerales hasta el cable del Colativí y, tras 18 km. suspendidos en el aire, embarcarse en los buques en la actual playa de El Toyo. Precisamente este costoso sistema de transporte y el bajo rendimiento del mineral extraído fue lo que motivó el final apresurado de la explotación por la Sociedad Minera Cordobesa y el traspasó de sus pertenencias a una sociedad vallisoletana que cambió la ruta de salida de los minerales hacia el cercano ferrocarril de Lucainena de las Torres a Aguamarga. Al parecer, alrededor del año 1920 se montó el material del cable del Colativí para realizar el trayecto hasta la zona de Colmenillas, en Lucainena de las Torres y, prueba de ello, son los restos de las tolvas de almacenamiento y vertederas en la estación de este cable, así como el edificio de la maquinaria y la gran trinchera de salida del cable aéreo. La duda que se suscita es si finalmente llegó a ponerse en servicio o solamente quedó a medio hacer y con las principales construcciones civiles terminadas. Labor para investigar en los archivos.
Después de realizar un trayecto de más de 7 km. y de un pronunciado descenso de 700 m. por un terreno muy difícil, la satisfacción era plena entre el grupo de expedicionarios. Una jornada muy provechosa en un lugar muy desconocido en el panorama minero de la provincia que aclararon y, en otros aspectos, aumentaron las dudas sobre el funcionamiento de las explotaciones y los sistemas de transporte, pero que son la prueba fehaciente de la gran riqueza del patrimonio industrial de esta tierra.
Como no podía ser de otra forma, un excelente menú en una casa de comidas del pueblo de Turrillas y la posterior tertulia sobre lo vivido a lo largo del día puso fin a la segunda ruta de Trenes, cables y minas de Almería.
REDACCIÓN ASAFAL